martes, mayo 31, 2011

El m2 en Buenos Aires es más caro que en Miami o la costa española



Por Horacio Riggi Editor Negocios hriggi@cronista.com
La crisis española, griega o portuguesa tienen el mismo denominador común. Los tres países a la vista son menos competitivos que Alemania. Sin embargo, todos, Alemania incluido, están regidos por la misma vara: el euro, o para ponerlo en términos más lógicos, una moneda que hoy es más fuerte que el dólar. Es decir, un tipo de cambio sobrevaluado. En definitiva, producir el mismo bien en Europa es más caro que hacerlo en casi cualquier otro lugar del mundo. ¿Pero Alemania puede competir? Sí, pero Alemania no sólo es el motor industrial de Europa, sino que produce bienes y servicios que otros no hacen, o que hacen pero no con la sofisticación que puede hacerlo el país teutón. A todo esto se suma que el gasto público aumenta casi al mismo ritmo que se desvanece la competitividad de un país. El cóctel suele ser explosivo. La Argentina de 2001 puede dar muestras de ello.
Un punto neurálgico que puede demostrar la sobrevaluación de una moneda está centrado en un sector muy de moda en el mundo: el real estate, o el mercado de la construcción. Algunos ejemplos son bienvenidos. Brasil hace años que viene con su economía en crecimiento, pero sigue siendo un país desigual. De hecho, aunque gran parte de su población sigue viviendo en situaciones de extrema pobreza, el metro cuadrado en la zona top de Río de Janeiro se vende a u$s 15.000. ¿Es lógico? No parece. Claro, Brasil no es el único país desigual del mundo. Lo es también la Argentina y lo son la mayoría de los países subdesarrollados, o eufemísticamente llamados emergentes. Pero los países poco desarrollados suelen acostumbrarse a las desigualdades. Sin embargo, los industriales de esos mismos países notan rápido la falta de competitividad, el que suele no darse cuenta es el consumidor. En Brasil, los que fabrican están preocupados, los que construyen casas no, porque la demanda sigue viva.

Otro mundo

En Buenos Aires, el valor del metro cuadrado se triplicó, o cuadruplicó, según el barrio, desde la crisis de 2001. Es más, si bien es cierto que el dólar se devaluó en el mundo, hoy un departamento en Capital Federal se vende al doble de lo que costaba comprarlo en plena década del ‘90. Tanto subió el metro cuadrado en la Argentina que se paga más en Buenos Aires que en varios barrios de Miami. Y no se pone como ejemplo Puerto Madero, sino Congreso o Constitución. En Miami los precios se derrumbaron a partir de 2008, cuando la crisis hipotecaria se dio a conocer, producto de la bancarrota de los trabajadores que tenían créditos bancarios y que se quedaron sin trabajo. En España está pasando algo parecido. Los que quieren vender son más que los que quieren comprar. Hace unos años comprar un departamento en el país europeo era casi una quimera. Los precios ahora se derrumban hasta 50%, y un departamento en la costa de Málaga cuesta lo mismo que uno de las mismas dimensiones en la porteña Villa Crespo. Los indignados españoles, la crisis griega, donde el precio del m2 también cayó, o los inversores estadounidenses precrisis, son una muestra del costo de la sobrevaluación o el sobreprecio que suelen pagar los consumidores, cuando las políticas económicas son insostenibles en el mediano o largo plazo. En la Argentina los constructores y el mercado aseguran que a pesar de la casi inexistencia de los créditos hipotecarios, el precio del m2 seguirá en alza. Posiblemente así será, ¿pero hasta cuándo? Nadie tiene la respuesta. Sin embargo, da la sensación de que es uno de los pocos sectores que parece estar sobrevaluado en una economía que, a pesar de la inflación, sigue siendo competitiva.

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